Con el Carnaval 2023 recordamos los 50 años del colegio

El pasado viernes 17 de febrero fue un día especialísimo porque celebramos, ¡por fin!, la fiesta del Carnaval. Y esta vez por todo lo grande. Sin restricciones. Sin miedos ni precauciones. Comenzamos la entrada al blog de una forma que nos recuerda a la anterior, que dedicamos a Santa Águeda, pero el propósito de ambas fiestas no se parece, ni su puesta en escena, ni tampoco la forma de disfrutar. El carnaval derrocha colorido y audacia en los disfraces, ilusión y alegría desbordante puesto que se canta, se baila, se sonríe, se posa, se siente una observada y se observa sin perder detalle de lo que sucede alrededor. En definitiva, se mira sin filtro a los demás, porque el carnaval nace para eso.

Como en otras ocasiones, desfilamos ante nuestra gente en el patio cubierto. Quienes vinisteis al colegio os situasteis tras la cinta colocada alrededor del campo de fútbol porque los desfilantes iban a recorrer su perímetro sin que nada se os escapara. Justo aquí debajo tenéis una muestra de lo que pasó por la mañana, mientras tenía lugar el festival y también después, así que dadle al play del vídeo que nos encontramos a la vuelta de ese miniviaje temporal que nos lleva otra vez al viernes.

El espíritu del carnaval es libre y transgresor. Para darle sentido nos vale con encontrar un par de prendas de vestir en algún armario o rescatar unos buenos pedazos de cartón en el cole para confeccionar un atuendo y emplearlo en dar un vuelco a nuestra apariencia cotidiana. Vestirse de quien no se es, exagerar algo de la propia identidad o, simplemente, darle un toque atrevido, grotesco incluso, es otro aprendizaje. Más aún si lo empleamos para reivindicar algo que nos hace mejores al reclamar respeto por lo que nos importa o al denunciar lo que, de ninguna manera, se debe consentir. ¿Y de qué hablaban nuestros disfraces? ¿Qué querían decir nuestros chicos y chicas? Nos comunicamos, y a eso damos siempre un especial valor,  mediante palabras. Pero tan cierto como eso es que  mandamos constantes mensajes cuidando nuestra forma de vestir, moviéndonos de una determinada manera, enfatizando ciertos gestos o enmascarando otros. En el carnaval se da cita todo ello y muchas, muchas otras cosas.

 La gente más menudica del cole, disfrazada de lunas y estrellas, y moviéndose al son de una música tan conocida como inolvidable, nos recordó que en 2011 el premio Nobel de Física fue para dos equipos  de investigación que demostraron que el universo sigue haciéndose más y más grande. El grupo de cuatro años llevó la atención al espacio interplanetario, explorado también por mujeres astronautas. A continuación, los chicos y chicas de cinco años llevaron vida, sonrisas y desparpajo desbordante a los inertes planetas de nuestro sistema solar. El alumnado de primero alertó de lo necesario que es comprometerse con el cuidado de nuestro planeta y arrimar el hombro como lo hacen valientes ecologistas en todo el mundo. Seguidamente, sus compas de segundo se manifestaban, ¡y cómo! en pro de la defensa de la Tierra, de la vida en ella y de la humanidad. El alumnado de tercero nos trajo la emoción de los payasos de la tele y sus melodías, que siguen envolviendo nuestros recuerdos, y la canción del cumpleaños feliz de Parchís, aquel grupo musical que popularizó no pocas canciones. Después llegó el momento olímpico: el recuerdo del mítico lanzamiento de la flecha que rasgó el cielo de Barcelona para encender el pebetero. Todos estos hechos se sucedían al tiempo que el cole de San Jorge se hacía mayor y llegaba otro de una enorme importancia: la irrupción del euro en nuestras vidas. Las chicas y chicos de quinto nos recuerdan a quienes sí guardamos aquello en la memoria que la historia avanza inexorable pero que cualquier dificultad es una oportunidad para crecer y progresar. Con ese espíritu recordaba el colegio, de la mano del alumnado de sexto, que el 1 de enero de 1986 España entraba en la Unión Europea, lo que nos dio pie a visibilizar, mientras sonaba el Himno de la alegría, a todos los países que hoy la conforman.

Ningún texto puede sustituir a la propia emoción de lo vivido por más que las palabras proporcionen un marco de entendimiento a la gente más despistadilla. Así, la imagen se vuelve insustituible en estas ocasiones y por ello agradecemos especialmente la participación de la APYMA en la elaboración del vídeo que encabeza esta entrada y en la toma de fotografías que podéis ver pinchando AQUÍ. La colección de fotos es extensa, así que os animamos a que reservéis un ratico para echarles un vistazo. En ella aparece toda la chavalería,  y al mando  el profesorado, dándolo todo para que una fiesta tan nuestra luciera como siempre lo hace. A pesar de que ha habido que dedicar mucho tiempo a la preparación del carnaval, ha vuelto a merecer la pena. Vaya que sí.

¡Viva el Carnaval!

 

 

 

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