Biblioteca Tutorizada: la importancia de aprender con personas voluntarias.

Pasado el parón navideño, el colegio público de San Jorge comenzaba una nueva experiencia educativa: la Biblioteca Tutorizada BT. Avalada por la investigación educativa más puntera, esta actuación educativa veía la luz para aupar a chicos y chicas que, por una u otra razón, requerían de alguna ayuda para mejorar sus aprendizajes. Aprender más, ser más diligente con las tareas o fortalecer destrezas y competencias básicas era el objetivo que se perseguía y damos fe de que, en buena medida, dicho objetivo se ha cumplido. Si las circunstancias hubieran sido otras, habría habido más niños y niñas beneficiarias de dicho servicio. Sin embargo, sabemos hoy, como sabíamos al comenzar en enero, que no podíamos comprometer el éxito de dicha actuación educativa formando grupos tan numerosos como en las clases matinales. Las chicas y chicos asistentes tenían que aprovechar el tiempo al máximo. Sin embargo, según pasaban las semanas, el número de candidatos a la Biblioteca Tutorizada crecía porque las familias eran más conocedoras de su sentido y eficacia.

Ahora que está a punto de finalizar este curso, echamos la vista atrás para poner de manifiesto algunos aspectos que servirán para que reanudemos la BT en octubre con más brío si cabe. Ese es el objetivo de esta entrada al blog: hacernos un poco más conscientes de esas claves que nos ayuden a reflexionar sobre lo vivido y a compartir con toda la comunidad escolar las fortalezas de la Biblioteca Tutorizada, de la que se han beneficiado más de sesenta chicos y chicas de toda la Primaria. Así, poniendo el acento en ellas, sus debilidades irán menguando con trabajo y cooperación y la cultura del aprendizaje crecerá dentro y fuera del cole.

Regresar a un lugar conocido por la tarde, volver a la propia aula -obsérvese en la pared de la imagen el mural del Club de Valientes- es otro de los beneficios de la Biblioteca Tutorizada. Escuchar en esas mismas aulas, en las sesiones de evaluación, las intervenciones de tutoras que reconocen el impacto tan positivo de la Biblioteca Tutorizada, aviva el deseo sincero de reanudarla el curso próximo con la experiencia atesorada en estos cinco intensos meses. Con la presencia de más personas que se sumen a ella, y ahora que sabemos cómo de acompañada está nuestra chiquillería en el colegio, aseguramos también que habrá más aprendizajes y que estos serán más básicos, más importantes, más esenciales. Y es que preparar bien las tertulias dialógicas, afianzar, mejorar u optimizar la lectura y practicar siempre la solidaridad a través del diálogo con los demás compañeros y compañeras, son algunos de los grandes beneficios que aporta la Biblioteca Tutorizada.

Un colegio que ofrece a su alumnado la posibilidad de aprender en sus aulas fuera del horario lectivo gracias a personas profesionales y no profesionales no solo cumple mejor su objetivo de enseñar, sino que aporta vitalidad al barrio donde se ubica. Esto rubrica un mensaje muy claro: cuantas más personas nos ofrezcamos para extender el tiempo de aprendizaje, más cerca estaremos de vivir y contagiar la inteligencia cultural, ese principio que define la necesaria diversidad de talentos que alienta el avance propio y facilita el de la comunidad entera. El barrio de San Jorge, como comunidad que aprende y enseña, crecerá tanto más cuanto mayores oportunidades se dé a sí misma para impulsar a sus convecinos, particularmente a los más jóvenes.

Con el transcurso de los meses hemos ido introduciendo algunos cambios que han afectado a la organización de la actividad: un control de asistencia de las personas supervisoras y también un control de tareas en el que tanto las tutoras como las personas voluntarias anotaban información relevante respecto a las actividades encomendadas y realizadas por el alumnado. La experiencia que vamos acumulando allana un camino que nació con la dificultad añadida de tener que respetar escrupulosamente el Plan de Contingencia anti Covid: en todo momento hemos mantenido los grupos estables de convivencia, al igual que en las clases matinales. De otra manera, no habríamos podido ofrecer este servicio que se brinda gracias al esfuerzo voluntario de las personas que se han comprometido a venir y a las que agradecemos su interés y compromiso. El voluntariado de Umetxea, lo mismo que el estudiantado de Integración Social, el profesorado -y ex profesorado- del centro y alguna otra persona voluntaria han propiciado una actuación educativa bien conocida en un numeroso grupo de centros educativos que apuestan por la mejora de los aprendizajes a través de la participación de la comunidad entera.

El lazo afectivo que crece cada tarde es otra de las grandes fortalezas de la BT. Sin que constituya un objetivo en sí mismo, sabemos que ese vínculo de amistad nacido entre el alumnado y el voluntariado propicia los mejores aprendizajes. Otros timbres de voz, otros acentos, otras formas de mirar, otras maneras de sonreír… complementan, enriquecen, dan aún más sentido a la tarea del profesorado que se esfuerza cada mañana en impartir sus clases. El potencial educador que encierra cada persona se actualiza cada vez que ponemos en marcha cualquier actividad educativa, particularmente si lo hacemos mediante el diálogo. El aprendizaje dialógico, eje significativo de esta y otras actuaciones de éxito educativo, como son las tertulias, la formación del profesorado o los grupos interactivos, reivindica el sitio que le corresponde a quien desea ofrecerse para tomar parte en el aprendizaje de los niños y las niñas.

Durante las sesiones, los chicos y las chicas podían trabajar de formas bien distintas: en parejas, en tríadas, en grupos incluso mayores, o de forma individual. La libertad del alumnado para decidir la forma de hacerlo ha exigido en ocasiones de las personas voluntarias la firmeza necesaria para asegurar que se cumplían las expectativas de todos: de los familiares, del profesorado y de las propias personas responsables. Quienes asisten a la BT han de saber que no es momento para despistarse ni para perder el tiempo por más que el cansancio se haya acumulado a lo largo de la mañana escolar. No hay aprendizaje sin exigencia, primero la del profesorado y la familia; después, la que nace de ella, la propia: la autoexigencia. A fin de que ésta aparezca, ha de existir la primera. Indefectiblemente. Y en la Biblioteca Tutorizada también.

El principio de la dimensión instrumental -su práctica y desarrollo es lo que persigue la Biblioteca Tutorizada-  apela a la necesidad de adquirir conocimientos útiles que nos hagan la vida más provechosa. Es posible que los niños y las niñas aprendan más fácilmente a leer o a dividir si comprenden su sentido. Si no es así, han de hacerlo de igual manera. Antes o después han de relacionar ciertos aprendizajes con la mejora de la vida propia y a la transformación de las condiciones vitales de las demás personas. Saber que la lectura o el aprendizaje de la aritmética estuvo vedada durante siglos a la gran mayoría de las personas ha de servir para que aprendan a valorar las oportunidades de aprendizaje y no solo eso. Han de esforzarse en sacarles partido. Solo mediante el esfuerzo se nos muestran los placeres difíciles.  

La calma y el silencio no constituyen los únicos requisitos para el aprendizaje pero son cruciales para la reflexión productiva. El hecho de darse cuenta de algo muchas veces está condicionado a la escucha atenta que tiene lugar con anterioridad. La conversación con alguien más, el diálogo con otra persona nos trae una y mil visiones distintas de un mismo problema o acontecimiento, nos hace abrirnos a planteamientos que, sin la presencia de otras personas, nunca podríamos hacer nuestros. Esto es lo que propicia la escucha y el cuestionamiento. Aceptar el error o construir un pensamiento más potente y transformador requiere de atención y humildad. El silencio, siempre tan importante, es especialmente valioso después de hablar con alguien y darse tiempo para que pose lo leído, lo escuchado, para que surja el diálogo interior y aflore el conocimiento. Bien sabía el científico Bajtin que en cada quien se hacen hueco las voces de un indefinido número de personas con las que dialogar internamente. Esas personas son también las que cada tarde se venían al cole a hacer más grande, más brillante, más acogedor y desafiante el mundo de nuestros chicos y chicas. ¡Que siga la Biblioteca Tutorizada!

 

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