Las artes, caminos de paz: una exposición del cole para el barrio.

Con motivo de la festividad de la paz que celebramos cada 30 de enero, nos dimos cita en el patio del colegio para cantar una canción que nos recuerda lo importante que son los buenos tratos entre las personas. El vídeo que aquí reproducimos recoge el momento en que todo el alumnado y el profesorado non reuníamos, llenábamos bien los pulmones y mandábamos ese mensaje esperanzado al barrio y al mundo entero.

Pero este evento solo era un comienzo. No podíamos dejar pasar la oportunidad de dar un pasito más allá y reflexionar en las propias aulas mientras realizábamos algún tipo de obra artística porque disfrutar de la paz, como disfrutar del arte, son maneras bien semejantes de sacarle chispa a la vida.

En la Antigüedad, las musas inspiraban la práctica de las artes. Hoy, las nueve artes que se abren camino en la escuela necesitan tiempo, cariño y audacia. Esta exposición que acabó el pasado viernes 3 de marzo reunió esculturas, fotografías, textos, dibujos y vídeos que ha realizado la totalidad del alumnado de este centro. Todas las obras nos recuerdan que el sentido de lo que hacemos nace de la belleza, de la buena intención y de la verdad que los niños y las niñas deben conocer. Una exposición no es una mera propuesta estética, es un espacio de reflexión, no solo sobre la paz. La paz concita la verdad (la justicia, el fondo de las cosas), la bondad (la compasión, es decir, la empatía y el compromiso) y la belleza en las acciones (la observancia de las formas, aunque no solo, como vamos a ver).

La paz es una idea de vasto contenido, que no deja de ocupar tiempo en los medios de comunicación, pero que no acaba de alcanzarse quizá porque olvidamos las pequeñas acciones que la mantienen viva cada día. Y es que de sobra sabemos que la injusticia nunca trae la paz por más que se dicten documentos que la programen o la sometan a estrictos protocolos incumplidos hasta la saciedad. 

 

Si alcanzar tan elevado propósito parece imposible, ¿qué podríamos hacer para traerla a nuestra vera y dejarla crecer con calma y sin sometimientos? En nuestro cole de San Jorge sabemos lo que ya se sabe desde la Grecia Clásica: que la belleza no solo es el esplendor de la verdad sino que también es el camino más seguro para alcanzar la bondad. Porque sin bondad, ni justicia, no puede haber paz. Así, con tanta humildad como determinación, podemos decidir dar todo el sitio necesario para aquellas acciones educativas que nos hacen avanzar personal y comunitariamente en la creación del sentido de lo que hacemos, aplacando cualquier expresión que afee lo que somos las personas y engrandeciendo lo que embellezca nuestra vida. 

Por tanto, si sabemos que el gusto por lo bello nos acerca lo bueno, precisamente porque esto último es condición para lo primero, seguiremos con lo que ya estamos haciendo: cuidarnos entre todas las personas, defendernos de agresiones, pequeñas  o grandes, hacer piña ante comportamientos que buscan subyugarnos, combatir la violencia dando fuerza y visibilidad al grupo y haciendo lo que ya es tradición: mostrar el mejor camino, el camino del lenguaje del deseo a los chicos y chicas desde educación infantil. Y no solo los buenos tratos nos traen belleza cada día. Optar por palabras educadas y bien escogidas, mantener las aulas limpias y bonitas, los pupitres recogidos, los pasillos libres o las baldosas de las paredes pintadas de colores,  los armarios ordenados, los cuadernos bien presentados, los libros en excelente uso..

Un árbol que nos mantenga aferrados a la tierra, un libro que nos lleve por la historia y los sueños, y una bici para que héroes y heroínas emprendan su viaje.

Cuidar el lenguaje, lo mismo que ocuparse de manera compartida de las plantas, de los suelos del centro, al igual que depositar bien lo desechado en el recipiente correspondiente, ayudar a los demás en los grupos interactivos o acompañar con delicadeza al compañero o compañera -en edad escolar o docente- que acaban de llegar son pequeños grandes actos que fomentan la amistad y nos traen la paz, también a nuestro interior.  Estos actos bienintencionados, ejemplo de lo que se llama ética del cuidado, que tienen en las otras personas su centro y sentido último, no son patrimonio femenino. Somos las personas, todas, quienes aprendemos a cuidar y a ser cuidadas. Que se delegue o no en las mujeres para estas tareas, por el mero hecho de serlo, depende únicamente de la manera como nos vamos socializando desde la infancia, porque no existe nada en nuestros genes que justifique semejante desvarío. Por tanto, cada vez que exhibimos estos comportamientos de transformación, contribuimos a extender una cultura igualitaria y justa entre las personas, entre todas ellas y, por tanto, también una cultura de paz. La injusticia siempre acaba trayendo la confrontación y, en el peor de los casos, la guerra cruenta. Y aunque haya otros caminos para alcanzar la paz,  uno de ellos siempre será eliminar los privilegios y mantener los derechos.

En esta sociedad nuestra, de todas y todos, debemos cuidar el espacio público, desterrar las violencias de todo tipo, la maledicencia,  debemos sustituir los mensajes ambiguos por los que son diáfanos,  dirigirlos a la personas que deben escucharlos para que obtengan lo positivo, debemos posicionarnos ante las faltas de respeto y el chisme dañino y, sobre todo, proponer lo edificante como modelo para que la cultura infantil crezca donde debe hacerlo, es decir, donde confluyen los conocimientos acumulados por la comunidad, con toda la buena intención (la que trae la empatía y el compromiso con los demás) y buscando la belleza.

Durante unos días esta escuela se ha convertido en un pequeño museo donde se han mostrado los trabajos del alumnado. Una exposición como esta, que nace y debe crecer con las reflexiones de la comunidad escolar al completo, es una oportunidad para revisar lo hecho y aprender de ello.  Una revisión que ha de ayudarnos a recomponer el camino del arte, mejorando cómo los niños y las niñas perciben la realidad – también a través del goce de obras artísticas reconocidas-,  acompañando reflexiones dialogadas cada vez más profundas y transformadoras y guiando trabajos más sentidos y con más significado

La paz siempre está en construcción.  Lo mismo les ocurre a los árboles de la amistad y los buenos tratos de este colegio. El gran árbol que preside la exposición y sus hijuelos son  símbolos que nos animan a recorrer el inaplazable camino de la paz. Seguro habrá más claves de transformación adoptando las mejores soluciones conocidas en lugar de otras que nos mantienen sin capacidad de reacción y exigiendo derechos que no se acompañan del conocimiento y la ética necesarias para afrontar los desafíos más actuales.

PINCHANDO EN ESTE ENLACE podréis ver las fotos de la visita a la exposición de nuestro alumnado. Os damos las gracias a las personas que habéis participado en la exposición (¡mil gracias otra vez, APYMA, por ese vídeo tan bonito!) y a vosotras, familias, por haberla visitado. Despedimos aquí la entrada al blog compartiendo con vosotras y vosotros el profundo deseo de que cada persona sea el eslabón por donde la cadena del enfrentamiento y la venganza se corte. La paz es una opción que podemos elegir, superando escollos dentro de una sociedad que sigue cambiando y mejorando con compromiso y amistad. 

¡Más paz, más arte..!

 

 

 

 

 

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