Abrimos la puertas en Infantil a Yayoi Kusama…

 

 

«Amor por siempre es el mensaje que quiero esparcir con mi arte». Yayoi Kusama.

Dedicamos esta última entrada al blog del colegio a un proyecto de investigación artística en torno a la obra de la artista japonesa Yayoi Kusama que se ha llevado a cabo en 2º de educación infantil durante el primer trimestre. El año pasado, el museo Guggenheim de Bilbao dedicó una exposición a esta artista que las tutoras de nuestro alumnado, sin haberlo hablado previamente, tuvieron la fortuna de visitar. La experiencia fue tan rica y edificante que no tardaron nada en decidir que, como ellas, su alumnado también aprendería y disfrutaría de la mano de Yayoi. Controvertida en sus comienzos y admirada en la actualidad, esta artista las sedujo porque muestra el mundo tal y como ella lo ve: lleno de amor y de lunares, como define su obra Will Gompertz. Imbuidas de ese espíritu, nuestras compañeras decidieron emprender una pequeña aventura con su alumnado y sentir el arte como fuente de inspiración creativa.

¿De dónde partimos?   El proyecto se inició con la lectura del cuento “Yayoi Kusama, de aquí al infinito”, que daba a conocer una Yayoi muy pequeñita que tenía un sueño que cumplir: Yayoi quería ser artista y así, aferrada a esta convicción, embrujó a nuestros jóvenes artistas como sigue haciéndolo hoy a amantes del arte de todo el mundo.

Poco a poco empezaron a ver la obra de Yayoi por todas partes: en las mochilas, en las camisetas, en las chaquetas, en los cuentos, hasta en Lola, la vaca de papel maché que muge cada día en el cole. A Yayoi le gusta mucho representar sus ideas a través de elementos que repite una y otra vez, sin descanso: puntos y círculos de colores, de muchos colores, especialmente de color rojo, su favorito. Y es que todo gran artista es reconocible por hacerse presente y ser audaz, por mostrarse tal y como es sin temer el qué dirán que ha frustrado el vuelo de tantas personas que nunca se vivieron como artistas, aunque lo fueran.

¿Cómo lo planteamos?   Se programaron cuatro sesiones espaciadas en el tiempo en las que participaron conjuntamente las dos clases de 2º de infantil. El hecho de que clases distintas compartan un mismo proyecto de investigación constituye una gran oportunidad para enriquecerlo con las aportaciones de compañeras y compañeros menos habituales. Por más que la expresión artística haya de canalizarse a través de la acción intencional, no se descuidó la palabra, el diálogo en las asambleas iniciales, dando pie a la expresión del conocimiento intuitivo y de las vivencias acumuladas tanto en el aula como fuera de ella y dejar paso a la pura actividad, a la experiencia creativa a través de un clima de afecto, seguridad y confianza. Se trataba de fortalecer vínculos interpersonales dentro del proceso colectivo de creación, dependiente de la presencia activa de otras personas y de cómo se iba dando la ocasión de aprender junto a ellas. En todo este camino se prestó especial atención a la eliminación de cualquier elemento que pudiera general exclusión o que, simplemente, pudiera mermar la participación de todo el alumnado.

A continuación dejamos una extensa colección de fotografías que cumplen una doble función: por una parte, sirven para mostraros, familias, el intenso y emocionante trabajo que llevó a cabo el alumnado de 2º de infantil y, por otra parte, para reflexionar sobre el carácter artístico y, por tanto, afectivo e intelectual, de todo lo realizado. Dicha colección se ha agrupado en distintos álbumes-propuesta que están accesibles en los siguientes enlaces: PRIMERA propuestaSEGUNDA propuesta, TERCERA propuesta, CUARTA propuesta, libro EL PUNTO,   pintamos la calabaza.

¿Qué empleamos?   En la clase se dispusieron pinturas de témpera de diferentes colores, pinceles de variado grosor, soportes de papel de distintas medidas y formas, cilindros de diversos diámetros, las caras de los gigantes de la comparsa de Pamplona, rotuladores rojos, negros y naranjas, forro de libros en tiras para la cortina de aula, fotografías individuales de todo el alumnado y la pizarra digital. Estos materiales  iban a servir a veces como un medio para explorar lo desconocido;  otras, como un pretexto para para discriminar cantidades discretas, para medir magnitudes, para indagar sobre las formas y los colores…, para expresar lo ya pensado, para mostrar emociones y construir sentimientos, para ganar en seguridad ante los demás y confianza para gozar de la obra artística, para hacerse preguntas y hacerlo críticamente. 

¡Vaya cómo hemos disfrutado del trabajo! «Me ha parecido divertido. Me he dejado divertirme. He disfrutado muchísimo viendo cómo los niños y las niñas fluyen», nos dicen las tutoras. Y lo mejor de todo es que el umbral de esta puerta lo hemos vuelto a franquear en infantil. En el futuro próximo continuaremos con la exploración del trazo, que no es sino otro componente del lenguaje plástico: la línea, la huella del movimiento de la mano sobre un soporte. La reflexión que suscita en el niño la impronta de su propia existencia a partir de la acción, la suya. 

Muchísimos adultos se confiesan admiradores del arte impresionista, pero para los niños su arte es ese mismo arte, amado por los mayores, pero puesto del revés. Los niños pequeños no son tan impresionistas por más que el mundo deje su impresión en sus mentes nacientes. Cómo podría suceder de otro modo. Ante todo se vuelcan sobre el mundo para alumbrarlo y luego transformarlo y así reconocerlo: a partir de ahora a Yayoi en nuestro colegio de San Jorge le quitamos la mayúscula puesto que su nombre ha mudado en adjetivo; ya hay muchas cosas yayoi en el edificio de infantil.

¿A qué mundo aspiramos? El respeto a la diversidad individual impulsa la necesidad de cohesionar y compartir el mismo horizonte ante el cual cada quién mostrará, seguro, la novedad que contiene y que se manifiesta en cada palabra, en cada gesto, en cada acción. Así, la comunidad que aprende crece como tal con las aportaciones de todas y cada una de las personas que se nutren de lo que el grupo significa en sí mismo y, precisamente, porque también el propio grupo se constituye como referente. Crecer como artista es crecer para dentro. Y eso es, simplemente, imprescindible.

«Yo soy solo otro punto en el mundo»

Yayoi Kusama.

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