La biblioteca Gloria Fuertes abre sus puertas en nuestro colegio

Hace semana y media todas las clases del colegio pasaron por la biblioteca. Podemos decir que la hemos reinventado. No es que fuera nueva, desde luego que no. Recordemos que nuestro cole ya es cincuentón. De hecho, hay libros que llevan en el colegio bastante más tiempo que el más veterano de nuestros chicos y chicas. No obstante, tocaba ya reformarse un poco, dar una vuelta a un espacio imprescindible en todo centro educativo, lavarle la cara y presentarlo con algunas novedades importantes, una de ellas muy especial. Como es sabido, la comisión de convivencia afrontaba este curso el reto de dar nombre a los espacios del centro. Una de las persona candidatas para dar nombre a la biblioteca fue la poetisa Gloria Fuertes, una mujer que se aferró a la poesía para vivir en un país que andaba en pañales en eso de respetar a todas las personas, sin excluir a nadie.  Darle su nombre a nuestra biblioteca ha sido hacer consciente el trabajo de una mujer que, junto a su pareja, creó la primera biblioteca infantil ambulante de España.

Un libro comentado en grupo en la biblioteca es una oportunidad más para ejercitarse en el aprendizaje dialógico, el pilar sobre el que nuestro colegio sigue creciendo.

Este curso no celebramos el día del libro en un único acto. Lo hicimos extensivo a una semana en la que la totalidad del alumnado visitó la biblioteca. En las sesiones se programaron distintas y muy sencillas actividades pensando en quienes se tenía delante: desde la explicación de por qué los libros están marcados con pegatinas de diferentes colores, hasta la narración de un cuento con la técnica del Kamishibai, la presentación de la biografía de Gloria Fuertes o la lectura de algunos de sus poemas… Incluso hubo tiempo para mostrar un cráneo de caballo a un grupo de Infantil y, claro está, para dejar tiempo a chicos y chicas para que explorasen estantes y hojeasen libros. (Pincha AQUÍ si quieres ver las fotos).

A la izquierda de la imagen, se distinguen las estanterías según los niveles de lectura. A la derecha, al fondo, la que guarda los libros para las tertulias literarias. Entre ambas, Deme, el vaquifanteraña.

Como sucede en todas las bibliotecas, hemos dividido nuestro fondo bibliográfico en tres niveles de lectura a los que hemos dado un color diferente: azul, rojo y verde. Explicamos en estas líneas lo mismo que explicamos a los chicos y chicas del cole: que la pegatina azul colocada en el lomo del libro identifica a las obras más breves y sencillas, por lo general con letra más grande y con mayor número de dibujos; el rojo lo empleamos para distinguir a aquellos cuentos más complejos y con menos dibujo, y finalmente, nos servimos del  verde para señalar las obras que exigen más a quienes las eligen. Hay autoras y autores que viven en nuestros recuerdos porque los leímos tiempo atrás. En nuestra biblioteca se dan cita autores leídos y vueltos a leer, autoras que han marcado pasados y auguran futuros: María Gripe, Roald Dahl,  C.S. Lewis, J.K. Rowling,  Elvira Lindo, Juan Muñoz, Astrid Lindgren, nuestra Gloria Fuertes y muchas otras; un buen número de obras contemporáneas, y también clásicas, leídas para ser comentadas en las tertulias literarias dialógicas, hace tiempo generalizadas en el colegio.

Leer sin prisa, darse tiempo para encontrarse con alguien en la silla o tumbadas sobre el puzle alfombra de la biblio, a la sombra de uno de los hijuelos del árbol de la amistad  y los buenos tratos.

La tertulia es un acto público, social. Su inmenso valor radica en darnos la oportunidad de escuchar otras voces y compartir visiones sobre textos de alta calidad literaria. Comentar una obra en la tertulia solo es posible cuando antes se ha dedicado tiempo a la lectura tranquila de la parte convenida, a solas, dándose tiempo, parándose a pensar, deteniéndose a masticar si lo que dice tal o cual personaje nos complace, nos irrita, nos resulta irrelevante o absurdo, nos emociona… Una tertulia rica, que nos nutra, exige esa lectura previa en algún lugar, ya sea a media tarde, alternándola con la merienda, ya sea en el dormitorio, dentro de la cama como colofón del día, ya sea en la biblioteca del colegio. Leer es un acto solitario sí, pero también dialógico. ¿No hablamos acaso con quienes aparecen en el libro? ¿No les reprochamos su comportamiento? ¿No nos liamos a discutir con esos personajes, cerrada la boca, pero moviendo los ojos como buscándolos para pedirles explicaciones si contravienen nuestro pensar, si nos quebrantan el ánimo? 

 

Jacques Delors, antiguo presidente de la comisión europea, publicó en 1996 un famoso informe para la UNESCO titulado La educación encierra un tesoro. Y atrevidamente podríamos decir que, sin restarle un ápice de verdad, afirmamos que las bibliotecas custodian sus más valiosas perlas. Ahora bien educar, como leer, no es responsabilidad exclusiva del colegio. Eso sí, en el colegio se pone una semilla que se riega cada día para que hacerlo resulte placentero, estimulante, necesario. Pero, ¡cuidado!, como advierte Gianni Rodari, cuando se trata de animar a la lectura hay cosas que no funcionan nunca como, por ejemplo, presentar el libro como una alternativa a la televisión o a los cómics, decirles a los niños y niñas de hoy que antaño se leía más o, simplemente, no ofrecerles suficiente variedad. Tampoco, dice el irrepetible italiano, que haya que culpar a los niños si no les gusta leer ni, por supuesto, transformar el libro en un instrumento de tortura o negarse a leerles en voz alta. Un buen libro que entra por el oído es tan bueno como uno que entra por la vista. Leer, como les pasa a amar y soñar, son verbos que no se conjugan en imperativo.

Las sillas no siempre son lo mejor para la lectura. El suelo también puede ser un magnífico lugar para tomar un libro ojearlo, hojearlo y después leerlo.

Leer, lo venimos diciendo desde hace mucho, es un aprendizaje indispensable para aprender y disfrutar de la vida, incluso para vivir vidas que nunca podríamos vivir. Leer vuelve el mundo más grande, más divertido y sorprendente, nos aleja el horizonte al tiempo que nos da alas para acercarnos a él más y más. No deja de admirarnos que un número finito de veintinueve letras, tan solo veintinueve, puedan combinarse hasta crear un número infinito de cuentos, poemas, novelas… Tener la oportunidad de saborear una historia es una experiencia singular, seductora, como lo es coger un libro de nuestra biblioteca, de la del barrio o de cualquier otra, echarse en sus brazos y dejarse ir. Decimos saborear con toda la intención porque saber y sabor tienen un origen idéntico. Nacieron juntas y juntas continuarán, brindándonos la oportunidad de imaginar lo que deseamos, así que démosles la oportunidad de que acompañen nuestra historia o de que, incluso, dirijan nuestros pasos… No es exageración. 

El paso del tiempo irá trayendo cambios a la biblioteca y con ellos la biblioteca traerá cambios al cole. Leer nos transforma por dentro, nos hace personas más libres, imaginativas. Leer nos moldea el pensamiento, nos modula la voz. Leamos en casa, leamos en el cole pero, sobre todo, leamos.

¡¡¡FELIZ  LECTURA!!!

 

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