Inauguramos en el cole la Exposición San Jorge y la Madre Tierra. Conservemos el planeta.

Nos es muy grato comunicaros que los días, 9, 10, 11, 16, 17 y 18 de mayo, es decir, los  lunes, martes y miércoles de las dos próximas semanas, nuestro colegio albergará una exposición de carteles cedida y realizada por Alianza por el Clima, una plataforma de organizaciones y particulares que unen sus fuerzas para luchar contra el cambio climático. Se podrá visitar en uno de los gimnasios del colegio en horario de 17:00h. a 18:00 h., (además del lunes de 14 h. a 15 h.).

El 27 de septiembre de 2019 tuvo lugar la Huelga Mundial por el clima. Mucha gente joven salió a la calle. ¿Crees que es importante la movilización social por el clima?

Los carteles, que nunca se han expuesto antes, han salido en numerosas ocasiones por las calles de Pamplona para concienciar y movilizar a la ciudadanía en defensa de un futuro mejor y de un planeta vivo. No cabe ninguna duda de que nuestra casa, nuestro hogar, el lugar donde vivimos más de 7000 millones de personas corre grave peligro. Las imágenes que se exponen en nuestro colegio nos dan una oportunidad, una más, para que nos hagamos conscientes de que toda la ciudadanía puede hacer mucho para detener el progresivo deterioro del planeta. Y lo primero es aprender de los errores que estamos cometiendo para detener lo que muchos expertos tildan de desastre global.

El alumnado participa también de la exposición con sus trabajos, tal y como se aprecia en el margen derecho de la imagen.

Como cualquier científica, como cualquier científico podemos aprender a pensar y actuar mejor, empleando la crítica constructiva, haciéndonos las preguntas clave que cada día van siendo más visibles en el colegio: ¿por qué es importante que no malgastemos el agua?, ¿quiénes están detrás de las campañas que nos animan a comer productos que no se producen cerca de donde vivimos?, ¿se relaciona la tala indiscriminada de árboles con la disminución de las lluvias?, ¿cómo sabemos que la información que nos llega es fiel a la realidad?; y quizás la pregunta más importante de todas: si las cosas no fueran como son, ¿cómo podrían ser? Para encontrar respuestas a estas y muchísimas preguntas más hemos de pensar mejor y escucharnos los unos a los otros, dialogar y ser solidarios con las personas que incluso viviendo muy cerquita de nosotros ya sufren las condiciones del empeoramiento de las condiciones climatológicas. Tenemos la capacidad de transformarnos en personas más cuidadosas desarrollando el ingenio para crear sin comprar, aprendiendo de gentes cercanas que nos han traído remedios lejanos para problemas de siempre.

Los problemas que nos acucian son legión y tan habituales que a veces nos cuesta relacionarlos con las decisiones que tomamos los seres humanos y, en especial, quienes acumulan el poder económico y político: la contaminación de todo tipo, la tala incontrolada de árboles, la erosión del suelo, la concentración de grandes masas de población en ciudades inmensas, el despoblamiento rural (recordemos lo mucho que se habla de la España vaciada), la erosión del suelo, el agotamiento de mares y océanos y de todo tipo de recursos naturales, la pérdida de biodiversidad. Hay tantas y tantas especies de animales y plantas que desaparecen antes siquiera de que hayamos podido conocerlas que nos embarga una extraña nostalgia que debiera hacernos recapacitar. Cuántos pequeños y grandes animales  que ingirieron plásticos que alguien abandonó en el monte o que acabaron en el mar fueron la secreta causa de su muerte. Y qué cerca tenemos este problema, que hasta nació una nueva palabra, microplástico, que se ha hecho archifamosa y que nos acompaña permanentemente, no tanto porque sea un tema habitual de conversación sino porque es fácil encontrarlo en nuestro propio cuerpo. 

¿Y qué podemos hacer?

Como personas seguro que mucho, como sociedad podemos hacernos oír, como cole podemos aprender también concienciando a nuestras familias de que es vital conocer la situación y reducir las compras a lo imprescindible optando por todo aquello que se pueda reutilizar o reciclar, desechando, por ejemplo, el papel de aluminio de los almuerzos, empleando las hojas de los cuadernos racionalmente aprovechándolas al máximo, comprobando que el grifo queda perfectamente cerrado cuando nos hemos acabado de secar las manos, recogiendo un papel del suelo y echándolo en el contenedor azul, rechazando el azúcar refinado porque nos sobreexcita y nos enferma, o tomando alimentos y no meros comestibles, porque estos solo nos sacian y aquellos nos nutren. Estas acciones, más o menos pequeñas y elegantes, nos hacen mejores y nos sirven de entrenamiento para que, con el tiempo, nos gane la ambición de acometer empresas que nos hagan transformar los lugares donde vivimos en pequeños paraísos cotidianos y haga que nos decantemos sobre todo por una economía azul, que imite a la naturaleza y que no produzca residuos. 

¡Qué buena cosa que, a partir de este lunes, nuestra escuela sea también un museo abierto a la gente del barrio! Y que lo sea porque tenemos espacios grandes donde ubicar exposiciones como la que centra esta entrada al blog y, más importante si cabe, porque tenemos la voluntad de hacerlo. Venid en familia, venid con vuestros hijos e hijas. Venid a mirar y a pensar, a preguntaros, a dejaros atrapar por la fuerza de imágenes que nos gritan que decrecer tiene más valor que crecer constantemente, que hemos de ser más autónomos, que emplearse a fondo por un presente sostenible no es baladí, que colaborar con otras personas es clave, que el bien común no es un cuento, que vivir en San Jorge es vivir abierto al mundo entero.

Esta exposición, como tantas otras que se han organizado en mil y un lugares a lo largo del tiempo, nos alerta de un gravísimo problema, difícil de resolver por su enorme complejidad, y que necesita de una sociedad más formada que informada y que apueste por la mejor ciencia. Cuidar nuestro planeta, como mimar nuestro cuerpo u ocuparnos de nuestra gente es un acto bello y la belleza es siempre el camino más seguro para alcanzar la bondad. De este modo damos fuerza al sentido de lo que hacemos, a lo que nos proponemos como fines íntimos. Un sencillo acto como colocar una caja anidera en el patio o regar una arbolito que se asoma nos coloca en la senda del crecimiento cordial,  ese que construye un futuro halagüeño y lleno de esperanza para quienes ya estamos aquí y para quienes vendrán.

Disfrutad de la exposición. ¡No os la perdáis!

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