El Club de Valientes de nuestro colegio de San Jorge se presenta en la Universidad Pública de Navarra UPNA.

El pasado martes 19, nuestro alumnado de 5º tuvo un ilusionante debut en la Universidad Pública de Navarra. Después de disfrutar, junto al alumnado de sexto de nuestro colegio y de otros centros educativos de Pamplona, de una muy  interesante obra de teatro representada por un elenco de profesoras de la propia universidad, nos estrenábamos como ponentes ante el alumnado de la asignatura de Diversidad y Respuesta Psicopedagógica que imparte la profesora Lara López. El motivo de tan grande desafío fue la respuesta inmediata del decanato de dicha universidad a nuestra solicitud de compartir la experiencia que estamos llevando a cabo en las aulas de nuestro colegio desde el pasado curso -el Club de Valientes-, que nace con el objetivo inexcusable de hacer de los buenos tratos y del respeto entre las personas un pilar fundamental de nuestro colegio y de nuestra sociedad. Tan elevada meta solo se consigue con la solidaridad entre las personas y la nula tolerancia a cualquier tipo de agresión que las dañe, poniendo la atención en esos chicos y chicas valientes que defienden a los demás y les ayudan brindándoles apoyo y protección cuando lo necesitan. El Modelo Dialógico de Prevención y Resolución de Conflictos, que da sentido al Club de Valientes, está siendo objeto de formación en el claustro de centro y el Departamento de Educación del Gobierno de Navarra está considerando muy seriamente la posibilidad de difundirlo en los centros educativos. Con la responsabilidad de hacer una exposición clara y fiel a la realidad de nuestras aulas un pequeño e intrépido grupo de chicos y chicas hizo la presentación ante una treintena de estudiantes universitarios que desconocían el sentido y funcionamiento del Club de Valientes.

El estudiantado que sale con el título de la UPNA consigue más fácilmente trabajo que si lo obtiene en cualquier otra universidad pública española. Y está en casa, en Pamplona. ¡Qué buena noticia!

¿Y de qué hablaron nuestros chicos y chicas?

Nuestro alumnado habló de quién es valiente, de cómo comenzamos en el colegio a pensar en serlo a partir de la lectura de un libro y de la posterior tertulia, tras la cual celebramos una asamblea en la que cada quién libremente expuso y argumentó cómo le gusta que le traten. No se olvidaron de decir cómo a veces cuesta atreverse a denunciar lo que nos hace daño y lo mucho que necesitamos de los demás para hacer piña ante quien nos ha molestado o nos ha insultado. ¿Cómo hacerlo? Poniendo el foco en decir que algo no nos gusta, que lo rechazamos con rotundidad y que podemos poner una cortina mágica ante quien no nos respeta. Así, cuando hacemos esto, como nos decía poéticamente un niño del cole, las peleas se encogen.

Los comportamientos que entrañan algún tipo de violencia no son exclusivos de ninguna escuela. Por este motivo, es en las escuelas donde hemos de comenzar a revertir una situación que, fuera de ella, condena a muchas personas a pensar que la violencia ha de existir porque siempre ha existido y que simplemente hay que convivir con ella o acostumbrarse a su estigma. Decimos no a las agresiones y no a pensar que son inevitables. No lo son: la solidaridad del grupo nos salva y nos protege. Y el grupo debe experimentarlo, debe saber de su propio poder transformador. También esto constituye conocimiento y, por consiguiente, se puede enseñar y aprender.

Antes de pasar a las aulas, en el edificio de los Magnolios, donde tiene sus despachos el profesorado de la carrera de Magisterio, nos esperaban un estupendos regalos: una bolsa, un bolígrafo y un cuaderno que ya se está empleando en las clases. ¡Y la ilusión que nos hizo..!

Nuestro alumnado finalizó su intervención poniendo de relieve qué ocurre en casa cuando en el cole se pone en marcha el Club de Valientes porque si a algo aspira es a transformar también las relaciones personales más allá de las aulas. “Cuando mi hermano me molesta le digo que no me gusta”, dijo una de nuestras alumnas, lo que constituye un clarísimo ejemplo del lenguaje del deseo, más eficaz que el de la ética cuando se trata de desterrar comportamientos que nos hacen daño. Otro alumno leyó algunas frases que nos han de hacer reflexionar sobre el poder del diálogo para aumentar la conciencia de lo vivido y facilitar los aprendizajes: “He aprendido mejor lo que era el Club de Valientes cuando se lo he explicado a mi hermano”. “Tenía muchos problemas con mi hermano y mi madre nos sugirió que escribiéramos lo que no nos gustaba que nos hiciera. Él me dio a mí lo escrito y yo le di a él lo mío. Nuestra relación mejoró”. Qué más se puede pedir que involucrar a padres y madres en un proceso que ofrece alternativas de solución antes que castigos… Sin palabras.

La fuerza para hablar en público nos la dio el Club de Valientes y ser sabedores que lo que teníamos que contar era de gran importancia. Incluso para la gente adulta. Manejamos los nervios. Queda un buen trecho para hacer una presentación impecable pero sabemos que lo lograremos.

Hablar ante otras personas es difícil. Mucho. Exige preparación específica de la tarea y el manejo de habilidades acumuladas a lo largo del tiempo que conviertan el esfuerzo constante en una supuesta espontaneidad que solo surge cuando se sabe bien de qué se quiere hablar y con qué propósito. Como cualquier centro escolar que aspire a la mejor educación, tiene que dar gran importancia a los saberes competenciales –y practicar el arte de la oratoria es uno de ellos-. Nos referimos a esos conocimientos, habilidades, emociones y experiencias que se adquieren y desarrollan por su valor y utilidad también cuando traspasamos el umbral de las aulas, cada vez que el alumnado desanda el camino a la escuela para volver al barrio, a las calles, al mundo en el que habrá de desenvolverse con habilidades suficientes para analizar y resolver sus propios problemas y contribuir a la mejora de las vidas de las otras personas.

Hablar ante otros es inevitable, hacerlo bien es imprescindible. Es preciso saber elegir de qué se va a hablar, conocer bien tanto el punto de vista de partida como el objetivo que se persigue. Hacer una exposición preparada de antemano demanda una cuidada planificación, informarse, distribuir el contenido dentro del tiempo disponible, buscar recursos y ejemplos que hagan más comprensible el tema.  Exige afinar con las palabras, valorar el impacto de una frase, no dejar a la improvisación los guiños que quien habla necesita siempre para seducir con la verdad a  la audiencia y que la misma audiencia demanda para enganchar con la exposición. 

El entorno de la UPNA es espléndido. Además, quien quiera dar un paseo naturalístico puede hacerlo: hay numerosas especies arbóreas que nos sorprenderán. Incluso, podremos probar los frutos del madroño o del azufaifo si no nos confundimos de estación, eso sí.

La UPNA es la universidad pública de nuestra ciudad, una institución que acoge a la juventud que quiere seguir aprendiendo en la mayor fuente de conocimiento, sabiendo que está abierta para que, con el correr de unos pocos años, nuestros chicas y chicos del cole de San Jorge llenen sus aulas, se sienten a sus mesas y dialoguen con sus iguales y el profesorado para descubrir que cualquier vivencia es una oportunidad que les va a seguir ayudando a crecer. Así, en la universidad, como en el colegio de Primaria, seguimos haciéndonos más conscientes de los procesos que nos indican qué necesita nuestro corazón para hacernos mejores personas, qué enriquece nuestro trabajo con el compromiso diario por transformar lo que nos limita o aliena y qué acrecienta nuestro conocimiento para encontrar claves que satisfagan nuestra curiosidad y alimenten nuestra aspiraciones más íntimas. Ese viaje de la semana pasada hasta la universidad no solo nos ha acercado hasta sus jardines y sus aulas, nos ha abierto seguro la posibilidad  de abonar el deseo de estudiar donde hoy otros lo hacen porque el derecho a aprender no es exclusivo de nadie. Al contrario, ha de seguir extendiéndose también entre quienes creen que la educación superior no es para ellos, o que constituye un coto cerrado donde solo acuden quienes han nacido en entornos privilegiados. Esto, simplemente, no es verdad y por esta razón hemos de trabajar, por transformar las creencias que perpetúan las injusticias con objeto de democratizar el acceso de todos y todas a la mejor educación posible.

Antes de finalizar, nos despedimos de Inés Gabari, la decana, siempre atenta a nuestras necesidades. En el vestíbulo, nos dispusimos en círculo, como hacemos cuando estamos de asamblea o en las tertulias literarias dialógicas y dijimos ¡hasta luego! a la UPNA.

La comunidad educativa del colegio público San Jorge desea agradecer a la UPNA la oportunidad que nos brindó para dar voz a los niños y niñas de las clases de 5º A y 5º B. Queremos que la colaboración con la universidad pública de nuestra ciudad siga creciendo. Nos consta que este es el deseo del Decanato. Aprovechamos también esta entrada del blog del colegio para agradecer la presencia de nuestro centro en la valoración de la carrera de Maestro de Educación Infantil y Primaria, a través de la participación de un miembro del claustro en las dos jornadas que el Consejo Social ha organizado con este objetivo, que no es otro que reflexionar junto a diversos profesionales de dentro y fuera de la universidad sobre la idoneidad de estos estudios, su plan de estudios, la retención y atracción del talento o su metodología. Todo con objeto de mejorar los aprendizajes del futuro profesorado y de acrecentar el impacto de la carrera en la sociedad navarra. 

…………

El contenido de la presentación para la UPNA fue elaborado a partir de las aportaciones de nuestro propio alumnado y está ya accesible en este mismo blog, pinchando en el enlace que se encuentra en el menú principal El Club de Valientes CdV. Ahí permanecerá para hacer cada día más comprensible la intensa e ilusionante transformación que está viviendo la convivencia en nuestro colegio.

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