La necesidad alumbra el progreso y desde el absoluto respeto a la evolución de cada persona, de cada colectivo, de cada grupo humano, concebimos la libertad de ir adoptando el compromiso dialógico para aprender más y transformar nuestras vidas y la sociedad entera.
El diálogo da pie a comprender mejor un texto en una tertulia literaria dialógica, a entender mejor a las otras personas y sus razones en las asambleas de aula, a hablar desde el corazón sobre cómo nos gusta que nos traten cuando escuchamos a las otras personas en el Club de Valientes. A esto último lo llamamos lenguaje del deseo. La gran ventaja de estas tres actuaciones, su razón de ser, es que todas ellas contribuyen a mejorar la convivencia porque cuando escuchamos con atención y dialogamos con respeto se enciende la mecha del pensamiento propio. El diálogo igualitario se enseñorea en estas tres actuaciones cuyo éxito nace del respeto mutuo y de la simple oportunidad para que existan. Así llegamos a ser quienes somos, por la mirada de las otras personas. No es ocioso, por tanto, que hayamos de agradecerles su presencia y participación, por pequeñas que sean, en nuestras vidas.
Necesitamos aprender a leer, necesitamos practicar la escritura, proponer soluciones a los problemas, anticiparlos… También necesitamos aprender a dialogar, que es lo mismo que aprender a vivir juntos. Así se entiende que el diálogo, poco a poco, vaya cobrando más protagonismo en las aulas para dar fuerza a los buenos tratos y dar la vuelta a las cosas porque muchas veces quienes mejor tratan a las demás personas, pasan desapercibidos.
Exponer temas, narrar sucesos, describir situaciones, secuenciar hechos y, especialmente, esgrimir argumentos son aprendizajes básicos que se convierten en indispensables, en pilares de la educación, no importa cómo las nuevas tecnologías colonicen las aulas de todo el mundo. Aunque distintas en cuanto a su propósito, las tertulias dialógicas y las asambleas potencian esos aprendizajes indispensables y ¡muy importante! fomentan las redes de amistad porque ayudan a comprender mejor a los demás. La razón por la que se escogen obras literarias clásicas de la literatura universal para las tertulias literarias y no meros libros de entretenimiento no es ajena a este planteamiento. Estos últimos no enriquecen la lectura compartida en la medida que lo hacen aquellas. Si un libro se ha convertido en clásico es porque, de una manera u otra, aborda grandes problema que han acuciado a la humanidad y que han propuesto algún tipo de solución o han contribuido a comprender mejor la naturaleza humana sin caer en tópicos.
Hablar con libertad en una tertulia o en una asamblea es muy importante. «La libertad de expresión no es el derecho a decir lo que se piensa sino a pensar lo que se dice«, nos recuerda el filósofo Emilio Lledó. Esto se sustenta en el cuidado del lenguaje, en la elección esmerada de lo que se dice y en la libertad de rechazar con rotundidad, si se produjeran, las faltas de respeto, los exabruptos, los insultos…
Tenemos total confianza en los niños y niñas del cole, y también en el compromiso de sus familias para que las tertulias dialógicas, las asambleas de aula y el Club de Valientes contribuyan a lograr una convivencia armoniosa y cordial y alcancemos los mejores aprendizajes. Las maestras y los maestros seguiremos ahí, como siempre, para acompañarles al comienzo de un viaje que durará toda la vida.