La inteligencia constituye un potencial que cambia según las oportunidades que nos damos las personas y que se crean en cada contexto, en cada cultura. La inteligencia cultural hace hincapié en la necesidad de aprovechar las distintas capacidades que tenemos las personas para lograr el desarrollo individual y alcanzar el bien común mediante nuestra capacidad para reflexionar y actuar.
La inteligencia cultural abarca el saber académico, el práctico y el comunicativo. Todas las personas tenemos habilidades comunicativas innatas, es decir, somos capaces de producir lenguaje y generar acciones en el entorno donde vivimos. Por todo ello, es preciso encontrar los medios adecuados para favorecer las distintas expresiones de la inteligencia cultural en condiciones de igualdad.
El principio de la inteligencia cultural y la convivencia. En el encuentro respetuoso y sincero con las personas nos volvemos capaces de desvelar los talentos y las fortalezas que las definen y que pueden contribuir al desarrollo de la comunidad. Una comunidad rica es la que potencia las muy diversas maneras que tenemos de enfrentarnos a los problemas reales y resolverlos.